Cheng Yen
(rama budismo Chan)
A la edad de 25 años Cheng Yen renunció a la vida laica y decidió convertirse en monja budista. A pesar de no haber podido acceder al monasterio Lin Chi en primer instancia, logra, gracias a su perseverancia, que el venerable maestro Yin Shun, la acepte como su discípula y la ordena como monja novicia, recordándole que deberá trabajar por el budismo y por todos los seres vivos, forma conocida como budismo humanitario.
La maestra Cheng Yen, junto con unos pocos discípulos se asentaron en una zona costera de Taiwan, ganando para su mantenimiento diario lo obtenido a través de diversos trabajos; cosiendo zapatos de bebé, tejiendo suéteres y cultivando su propia huerta.
En una oportunidad, al visitar un paciente en una clínica, Cheng Yen experimenta una fuerte impresión cuando ve que una mujer embarazada no es asistida debido a que su familia no tenía los medios económicos para solventar la consulta. Tiempo después recibe otra sacudida en su corazón debido a la conversación que mantiene con tres monjas católicas que la habían ido a visitar.
Todo esto genera en la maestra la fuerte decisión de comenzar a juntar fondo, a partir del ahorro de donaciones y del trabajo que realizaban diariamente para ayudar a los pobres y necesitados. Así es como funda Tzu Chi, una fundación budista humanitaria, con sedes en diferentes partes del mundo que trabaja asistiendo a los necesitados en diferentes ámbitos
La venerable maestra Cheng Yen considera que dale a las personas la oportunidad de participar en ayudar a otros, por más pequeña que sea esa ayuda, es sembrar en sus corazones la semilla de la bondad. Ella cree que todos los seres humanos son capaces de sentir la misma gran compasión que Buda, pero no basta con tener compasión por el sufrimiento de otros, sino que hay que aliviarlo en acciones concretas. Esa compasión traerá paz y felicidad a los seres que la experimentan y allanará el camino para la paz y armonía mundial.