Joan Sutherland es una maestra budista zen que nació en Los Ángeles, California en 1954 que actualmente vive en Santa Fe, Nuevo México.
Estudió artes y lenguas asiáticas en la UCLA obteniendo una maestría pero más tarde su interés se orientó hacia la investigación y desarrollo de la práctica a través del Koan.
Practicó y estudió bajo la dirección el roshi John Tarrant con quien a fines de los años 90 fundó " Pacific Zen School" una escuela occidental dedicada al estudio de los koans.
La filial que está a su cargo, "Open Source", respeta el estilo original de koan chino, enfatiza la integración de la investigación de koan con las vidas contemporáneas, explora la práctica del koan en forma comunitaria e individual, resalta las contribuciones de las mujeres a la tradición koan, busca desarrollar un cuerpo de koans occidentales, entre otros intereses.
El siguiente es un pasaje de una de sus enseñanzas sobre la iluminación
Estudió artes y lenguas asiáticas en la UCLA obteniendo una maestría pero más tarde su interés se orientó hacia la investigación y desarrollo de la práctica a través del Koan.
Practicó y estudió bajo la dirección el roshi John Tarrant con quien a fines de los años 90 fundó " Pacific Zen School" una escuela occidental dedicada al estudio de los koans.
La filial que está a su cargo, "Open Source", respeta el estilo original de koan chino, enfatiza la integración de la investigación de koan con las vidas contemporáneas, explora la práctica del koan en forma comunitaria e individual, resalta las contribuciones de las mujeres a la tradición koan, busca desarrollar un cuerpo de koans occidentales, entre otros intereses.
El siguiente es un pasaje de una de sus enseñanzas sobre la iluminación
“(…) Esta es la historia transmitida a través del Dharma: la iluminación es nuestra naturaleza original y nuestro verdadero hogar, pero las complicaciones de la vida humana nos hacen olvidarlo. Este olvido es vivido como un exilio, y creamos estructuras complejas de hábitos, creencias y estrategias para defendernos de esta soledad. Pero esta condición tiene salida, es posible desmantelar estas estructuras para que podamos regresar de un exilio que siempre ha sido ilusorio a un hogar que siempre ha estado aquí, bajo nuestros pies.
Para muchos de nosotros, hay algo que nos empuja y algo que nos
atrae. Somos impulsados por nuestro
propio sufrimiento y por el sufrimiento que vemos en el mundo que
nos rodea, nos atrae la intuición de que hay
algo más grande y más verdadero que nuestras formas
egoístas ordinarias de vivir la vida. Nuestra tradición nos dice que sí, que
podemos comprender esto, y que hay maneras de hacer de esta intuición no solo
una cuestión de azar, sino algo inmediato y sistemáticamente presente. Es
posible estar disponibles, a cualquier hora del día, a la gracia a la que
aspiramos y difundir esta gracia en el mundo que nos rodea.
Deberíamos entonces detenernos un poco en lo que estamos
hablando. El término “iluminación” se utiliza para traducir un conjunto
existente de palabras en varias lenguas asiáticas, que, aunque cercanas, no son
exactamente idénticas. Fundamentalmente, la iluminación se refiere a la palabra
Pali y sánscrita bodhi, que
significa literalmente “despertar”.
La palabra “iluminación” tiene un carácter absoluto, como si
describiera un estado estable, algo que no está sujeto al tiempo ni al espacio
ni a los acontecimientos de la vida humana. Imaginamos que una vez que cruzas
este umbral, no hay vuelta atrás. En términos budistas, ver
las cosas como realmente son, es iluminación, y nuestra
experiencia de cómo son realmente las cosas, también es iluminación (la misma).
Es la naturaleza vasta y grandiosa del Universo mismo, y es la forma en que
cada uno de nosotros piensa, siente y actúa cuando somos conscientes de esta
gran iluminación manifestada en nosotros mismos y de la cual participamos No
cambia nuestra manera ordinaria de ser, es más parecido al proceso de vivir en
dos dimensiones, y añadir una tercera. Las fresas todavía saben a fresas, y las
palabras duras siempre son difíciles, pero ahora somos conscientes de cómo todo
lo interpenetra todo y de que incluso las cosas más difíciles se iluminan desde
dentro con la misma luz indivisa.
(…) La iluminación es transpersonal. Para los occidentales en
particular, es importante recordar que el despertar es algo
diferente a los proyectos de superación personal a los que estamos
acostumbrados, no se trata de ser una mejor persona sino de descubrir nuestro
verdadero yo, que es totalmente otra cosa. Uno de los misterios
de la Vía es que algunas personas pueden parecer tener aperturas espirituales
sustanciales y continuar comportándose como idiotas. Esto es importante porque
arroja luz sobre la naturaleza de la iluminación: tener una revelación
esclarecedora no es lo mismo que ser iluminado; debemos dejar que la
iluminación nos impregne y nos coloree en nuestra vida cotidiana. Debemos
permitir que la vida nos enseñe cómo encarnar la revelación.
Después de tener esta revelación, algunas personas pueden creer
que el despertar es personal cuando en realidad es lo menos personal que les ha
sucedido. Y, al mismo tiempo, es lo más verdadero que jamás les haya sucedido.
Descubrir cómo estas dos cosas (aparentemente contradictorias) pueden ser verdaderas
y sus implicaciones en la forma en que vivimos nuestras vidas, es para lo que
existen los caminos hacia el despertar.
Debido a que es transpersonal, la iluminación no es
algo que se pueda obtener, ni lograr, como una habilidad o conocimiento, para
ser explotado por el ego. En algunas tradiciones budistas, la
iluminación se considera como una especie de propiedad fundamental del
Universo, un vasto principio unificador que se manifiesta en una variedad casi
infinita de formas. La iluminación es autónoma, existe antes de que haya habido
seres humanos, o cualquier otra forma de vida, para experimentarla.
(…) Mucho se ha dicho sobre el camino hacia el despertar,
incluidas las prácticas que nos muestran nuestros hábitos de exilio y cómo
nuestra práctica puede despojarnos de estos hábitos hacia una vida más amplia y
más generosa. Solo voy a mencionar algo que se relaciona con la práctica
cotidiana de la iluminación. Especialmente al principio, la mayoría de nosotros
todavía somos muy egocéntricos, es decir, creemos en la realidad absoluta del
yo y la primacía de sus preocupaciones y reacciones. Uno de los resultados
desconcertantes es que estamos aquí, con la esperanza de un acontecimiento que,
por su naturaleza, no tiene precedentes, y creemos que sabemos cómo hacerlo
realidad. Intentamos controlar el proceso y creemos que podemos encontrar
nuestro camino hacia la iluminación a través de la voluntad.
La disciplina y la perseverancia son necesarias en este camino,
pero están al servicio de algo más útil que la certeza, el control y la
voluntad. Están al servicio de la disponibilidad. Pase
lo que pase, solo tienes que seguir practicando: sentarte y meditar, participar
en un retiro, absorber las enseñanzas, enfrentarte al miedo, sentir el dolor,
soportar el aburrimiento, permanecer abierto a lo que te molesta y también, al
dolor de las rodillas.
Solo mantente
presente con una mente abierta y un corazón completo. Deja que tu atención se despoje de los hábitos del exilio
hacia la promesa del verdadero hogar, naturalmente. Permanece
incondicionalmente disponible y ten confianza en que la iluminación te
encontrará.”
Referencias
Agradecimientos
Sakyadhita filial España