Dhammadinna
Dhammadinna pertenecía a una familia rica y respetada de la ciudad de Rajagaha, al norte de la India. Su padre había arreglado su matrimonio con Visakha, un ingeniero de caminos de una elevada casta social.
En el día de sus bodas, Visakha y Dhammadinna se prometieron devoción y fidelidad uno hacia otro. Tiempo después se instalaron en su residencia y comenzaron a vivir sus días juntos, cumpliendo con el rol asignado como esposo y esposa.- Dhammadinna tuvo a su cargo el cuidado del hogar y la organización de los siervos que asistían en las tareas domesticas. Su vida giraba en torno a las necesidades de su esposo.-
Resultó que un día Visakha asistió a una conferencia impartida por Siddhartha Gautamá y de inmediato su corazón dio un vuelco. Cuando regresó a su hogar ya no era el mismo hombre de siempre: había resuelto unirse a la orden monástica de Budha Sakyamuni, y así lo transmitió a su esposa.-
Dhammadinna quedó paralizada y sin saber qué hacer. Surgieron en su mente oscuros pensamientos sobre su futuro como mujer abandonada por su esposo y sin hijos. Solo podía esperar perder su casta social y sumirse en la soledad y la pobreza.- No vio otra solución que acompañar a su esposo y unirse, ella también, a la orden monástica de las mujeres que seguían a Sakyamuni Budha.-
Luego de ser ordenada monja, solicitó se le concediera el permiso de introducirse en el bosque para vivir en soledad por un tiempo para meditar sobre el nuevo giro que había dado su vida. Así Dhammadinna entró al bosque y se convirtió en una monja errante, durmiendo bajo los árboles y comiendo lo que el bosque le ofrecía.-
A veces se acercaba a alguna aldea en rondas de mendicidad y entonces veía a la gente con ojos diferentes.- Pudo escuchar enseñanzas religiosas de diferentes sectas y en todas ellas observaba cómo surgían y desaparecían las promesas de una mejor vida, vio a ascetas sometiendo sus cuerpos a doloras prácticas esperanzados en que éstas los liberarían de futuros sufrimientos.
Con el paso de los días, el bosque, el río y sus sonidos se transformaron en su hogar. Lentamente las quejas de su mente, las necesidades de su cuerpo y el dolor en su corazón fueron mermando. Su pequeño yo estaba muriendo. Cuando alcanzó la realización, todo se transformo en calma absoluta. Deseos y miedos habían llegado a su fin, ahora podía descansar.- Después de un tiempo decidió regresar con las otras bhikkunis y pronto fue reconocida por su sabiduría, la cual se reflejaba en sus palabras.
Un día, Dhammadinna asistió con otros devotos a una reunión en el parque de Rajagaha. Ahí se encontró cara a cara con Visakha. Supo por éste que aún vivía en su antiguo hogar y que continuaba construyendo caminos. Poco tiempo después de entrar en la orden monástica había comprendido que esa forma de vida no se adecuaba a él y decidió continuar como un discípulo laico. Dhammadinna experimentó compasión por su esposo, quien sintió curiosidad por ella, ahora que era más versada que él en el Dharma.
“¿Cuáles son los signos visibles de la meditación?”, “¿Por qué debemos practicarla? y ¿Cómo debemos hacerlo?”, le preguntó. Ella respondió: “Durante la meditación el corazón está enfocado, el practicante alcanza cuatro tipos de atención. Necesitamos cuatro tipos de esfuerzos para alcanzar esto y lo hacemos a través de la práctica” . Continúo dando detalles y respondiendo a sus preguntas sobre la naturaleza de las emociones. “No hay nada incorrecto con las emociones”, le dijo “No deben ser reprimidas, pero debemos saber cuán destructivas pueden ser porque una y otra vez deseamos alcanzarlas o deshacernos de ellas”.
Su última pregunta fue sobre el Nirvana, ella lo miró por lago tiempo como si mirase a un viejo amigo… “Siempre tendrás preguntas”, le dijo y agregó: “En Nirvana preguntas y respuestas se funden entre sí, el viaje y la meta se convierten en uno, ¿Por qué no le preguntas a Siddhartha si quieres saber más?” . Finalmente él acepto la sugerencia de Dhammadinna y fue a preguntar al maestro. Luego de relatarle lo acontecido Siddhartha respondió: “Ella es muy sabia, si me hubieses preguntado a mí, te hubiese dado la misma respuesta, deberías escucharla”
Así las palabras de Dhammadinna fueron conocidas como el “Budhavacana” ("Las palabras de Budha”) que hoy son preservadas en la colección Majjhima Nikaya. Su despertar fue uno de los primeros reconocidos por Budha y fue autorizada por éste para ordenar a otros monjes y monjas. El resto de su larga vida la pasó en la zona de los bosques de Rajagaha, donde tuvo muchos discípulos y herederos del Dharma, entre ellos a Sukha una famosa monja.-
Adriana Etsuho