En la región de Magaha, durante la época de Budha, gobernaba un rey llamado Bimbisara. Se dice que cuando Budha dejó su palacio se encontró con este rey quien le ofreció la conducción de sus ejércitos, pero Budha lo rechazó, no sin prometer que regresaría a transmitir el conocimiento una vez que lo hubiese alcanzado.
Bimbisara era un gobernante poderoso y sabio, que mantuvo su reino en constante progreso y bienestar. Khema, cuyo nombre significa “Nirvana”, pertenecía a una familia aristocrática de la zona de Magadha, y cuando tuvo la edad suficiente se convirtió en la consorte del rey Bimbisara.
Khema gozaba de belleza y encanto inigualables, y así también era su vida. Pasaba sus días rodeada de lujo y abundancia. En varias oportunidades el rey la había invitado a presenciar las enseñanzas que Budha impartía en los alrededores del palacio, pero Khema siempre se negaba. Parecía presentir que las palabras del maestro ponían en peligro su estilo de vida, sus creencias y posesiones.
Pero Bimbisara especuló con los miembros de su corte para inducir a Khema a aceptar la invitación, él sabía como hacerlo. Para ello hizo que los músicos cantasen maravillas de la belleza, paz y armonía que había en la zona donde Budha se encontraba, y fue gracias a esto que ella aceptó visitarle.
Ataviada con las mejores prendas y joyas llegó al lugar y cuando vio a Budha quiso partir, pero Bimbisara la persuadió a que se sentara y disfrutara del lugar.
Budha comenzó a hablar sin referirse a nada en particular, pero mientras hablaba, poco a poco, surgió a su lado una bella mujer. Tal era la belleza de la mujer que captó la atención de Khema que quedó sorprendida por los sentimiento de celos y envidia que la mujer le producía, y que ella no había experimentado nunca. Pero antes de comprender por completo estos sentimientos, observó que la mujer comenzaba a cambiar. Su pelo, su rostro, su cuerpo, comenzaban a envejecer, más y más hasta que murió y se transformó en un conjunto de huesos. Khema vio que todos los seres cambiarían y morirían.- Comprendió que su mundo, Bimbisara y hasta ella cambiarían y desaparecerían.
Así fue como Khema, aún vestida con seda y joya penetró en la naturaleza verdadera y se liberó.- Al regresar al palacio comprendió que ya no podía continuar con su vida como lo venía haciendo hasta entonces, fue por eso que pidió a Bimbisara que le permita partir para unirse al grupo de monjes y monjas que seguían a Budha. El rey a pesar del aprecio que sentía hacia su consorte no se negó y Khema al día siguiente se unió a la orden de las monjas que seguían a Budha.
Se dice que solo porque Khema había purificado su corazón y perfeccionado las virtudes en vidas pasadas es que logró la realización completa en forma súbita.- Fue conocida como “la sabía” debido a su amplio grado de comprensión de la naturaleza verdadera. Con el tiempo se convirtió en una de las asistentes más allegadas de Maha Pajapati Gotami.
Como muestra de sabiduría se cuenta la historia entre Khema y el rey de los Kosalas, Pasenadi. Éste buscando un sabio a quien consultar se encontró con Khema a quien le hizo cuatro preguntas obteniendo siempre la misma respuesta:
P_ ¿Después de la muerte, tiene un iluminado existencia?
K_ El Budha no declaró que un iluminado tiene existencia luego de la muerte
P_ Entonces, un iluminado, ¿no tiene existencia después de la muerte?
K_ El Budha tampoco dijo que después de la muerte un iluminado no tiene existencia
P_ Será pues que un iluminado después de la muerte, ¿existe y no existe?
K_ El Budha no ha declarado que existe y no existe después de la muerte
P_ Entonces se puede decir, ¿que un iluminado ni existe ni no existe después de la muerte?
K_ Esto tampoco Budha lo ha declarado.-
Entonces el rey le dijo “¿Como puede ser que Budha no haya declarado nada al respecto? ¿Cómo puede ser esto?” y Khema le respondió diciendo: “¿Puede un gran matemático saber cuantos granos de arena hay en el río Ganges? o ¿Puede determinar cuantos galones de agua forman los océanos?”. El rey Pasenadi le respondió “No, nadie puede determinarlo”, entonces Khema le dijo: “De la misma forma la respuesta a vuestras preguntas es profunda, inconmensurable y difícil de desentrañar, y no se puede explicar en términos de los cinco agregados (forma, sentir, volición, pensamiento, conciencia)”
Se dice que el rey Pasenadi a partir de ese momento decidió que a su derecha se encontraría siempre Khema.
¡Gracias! María Rosa Maldonado
Adriana Etsuho
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